Cuatrocientos jóvenes de entre trece y quince años alborotan –y mucho- desde el patio de butacas. Han llegado de diferentes colegios hasta el Teatro Reina Victoria de Madrid en una fresca mañana de otoño, y están felices porque esta actividad extraescolar les libra de una mañana de tediosas clases encerrados entre cuatro paredes. El ambiente es festivo sin embargo la felicidad no es completa porque, al ser preguntados sobre sus expectativas, la mayoría coincide en asegurar que “ver algo sobre El Quijote es un tostón”. Solo unos cuantos han atendido al título: Quijote, R2-D2 y El caballero de la triste figura. Y esos intuyen que lo que se van a encontrar será algo diferente.
Cuesta hacerse con el control de tantas hormonas y con la atención de los chicos. Ricardo Frazer lo sabe y es por ello que hace gala de una enorme paciencia. María Bilbao, su compañera y alma mater en la sombra, ha invitado a los alumnos a disfrutar del espectáculo y ha conseguido captar parte de su atención. Pero los primeros instantes de la obra resuenan inevitablemente retóricos y, cuando los jóvenes se preparan para aguantar una tediosa hora y media de declamación, repleta de expresiones antiguas y por tanto difícilmente asimilables para ellos… ¡voilá!… surge la magia.
UN ROBOT ESCUDERO DEL QUIJOTE
El actor no está interpretando al Quijote sino que trata de ensayar un libreto para llevar al escenario. Y aparece en escena su mayordomo, el propio R2-D2, el robot de La Guerra de las Galaxias, el mismo que fue utilizado para rodar la segunda entrega de la saga, El imperio contraataca, y que está firmado y autentificado por el mismísimo George Lucas. Más tarde, al término de la función, Frazer explicará que poder utilizar este robot y, lo más importante, sus derechos de imagen, nunca hubiera sido posible de no ser por la generosidad de algunos amigos, ya que es impagable a nivel económico semejante honor. Es así como vemos saltar del cine al teatro al androide y, entonces sí, la atención de los chavales es plena. ¿Un robot en el escenario? ¿Para hablar del Quijote? Esto promete.
Al giro que ha dado la escenografía cabe sumar el que da rápidamente el lenguaje. Porque con una maestría absoluta, Ricardo Frazer se lleva a los adolescentes a su terrero y, sin que estos apenas se den cuenta, están siendo partícipes de la historia, son un elemento más de la representación, imprescindible y vivo y, ahora sí, comienza la función. Frazer es un Quijote empeñado en contar su historia mientras que R2-D2 es su fiel consejero, su Sancho Panza, el aliado de “los chicos” porque habla su idioma, bromea con su dueño e incluso se atreve a cuestionarle de continuo.
El texto de Frazer acerca los pilares de la obra universal poco a poco, sin que el espectador se dé cuenta de que está aprendiendo porque a la vez se está divirtiendo. Declama el conocido inicio del libro, habla de las partes y capítulos que lo conforman y explica la locura del Quijote comparándola con la vida de los jóvenes en la actualidad: don Alonso Quijano enloqueció encerrándose entre cuatro paredes para leer libros de caballería y ahora los jóvenes viven aislados, rodeados de tecnología, comunicándose a través de las redes sociales y sin salir apenas al mundo “real”, ese que está fuera de móviles y ordenadores.
Y así, alternando las bromas y risas con silencios y texto, Frazer y su maravilloso robot van haciendo repaso de los principales momentos del libro: la elección del nombre de Rocinante, la salida al mundo en busca de aventuras, la necesidad de encontrar una dama a la que honrar –introduciendo así el personaje de Dulcinea— y el deseo del hidalgo de ser nombrado caballero, llegando a uno de los momentos más divertidos de la función al interpretar Frazer a los diferentes personajes con los que se va encontrando en el camino —y en la posada—.
Consciente de la enormidad de la obra, elige con acierto dos pasajes de la misma: la conocida batalla contra los molinos y el encuentro con Andrés, el mozo atado a una encina al que don Quijote defiende del amo que le está azotando. El amo debe al joven ¡73 reales! Nueve meses de trabajo a siete reales, dando pie a descubrir el dato de que Cervantes realizara mal la multiplicación. ¿Quiso decir con ello que el Quijote no sabía de matemáticas? ¿O era el propio Cervantes quien tenía dificultad en la materia? Por fin los jóvenes habían encontrado un punto en común entre una obra de hace varios siglos y su vida porque ¡a ellos tampoco se les dan bien las mates! Frazer explicará después la tercera de las alternativas: que el Quijote se equivocara adrede en la operación con la idea de compensar al pobre Andrés por los palos de su amo.
También a lo largo de la representación queda clara constancia del paralelismo existente entre Frazer y su peculiar mayordomo con los personajes protagonistas de El Quijote. Porque al igual que Sancho trata de acercar al mundo real a su loco señor, R2-D2 trata de bajar al actor de esa nube de ilusión en la que parece haberse instalado. Inevitable recordar que George Lucas quiso emular con C3-PO y R2-D2 a don Quijote y Sancho Panza, y por si en su momento no quedó suficientemente claro para el público seguidor de la saga, aquí está Frazer para confirmarlo.
Al finalizar la representación, y después de esperar pacientemente a que terminara la ronda de fotografías y selfies con la estrella del espectáculo, R2-D2, preguntamos de nuevo a los jóvenes qué les había parecido la función. “No está tan mal como pensaba”, decían unos; “interesante”, dijeron otros, lo que, en el lenguaje de los quince años es más que una buena crítica. No obstante confirmamos el éxito de la obra al hacer la pregunta clave: “¿La volverías a ver?”. “Sí”, contestaron. Y antes de marcharse, se hicieron una nueva foto abrazando al Sancho Panza más genial de la historia.
TREINTA AÑOS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Ricardo Frazer sabe como nadie llevarse a su terreno al más difícil de los públicos. Llegó a España en 1988 con una carta de recomendación de Adolfo Pérez Esquivel –Premio Nobel de la Paz- y junto a su inseparable María Bilbao portaba una maleta llena de proyectos e ilusiones. Desde aquella primera exitosa representación en el Museo Reina Sofía de Madrid hasta hoy, han pasado treinta años dedicados en cuerpo y alma al mundo del teatro sin olvidar que, aunque Frazer es un actor magistral, también es un mago excepcional. Sin embargo Ricardo y María sabían que a lo que querían dedicar su talento era a acercar la poesía y la literatura a los más jóvenes, tratando de poner su granito de arena para que las nuevas generaciones crezcan con un poco más de cultura y por tanto sean más libres y más felices, en una tarea docente sin parangón en nuestro país.
Y al parecer lo han conseguido. Muchos de sus primeros espectadores son ahora profesores que les buscan para llevar a sus aulas aquellas funciones que tanto les impactaron. Tempestades, Magia y poesía del 27, La fuerza de las palabras y esta joya de la corona, Quijote, R2-D2 y El caballero de la triste figura son las obras que tienen en cartel. Ha comenzado el curso escolar y con él la gira del grupo teatral por diferentes rincones de nuestra geografía. Un espectáculo que nadie se debería perder.
M. Monterreal

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